Alfonso Labeaga
"Fontxo"

Nací, crecí y viví hasta mis 33 años como alguien muy adaptado a la sociedad, aparentemente feliz, con una vida normal… y a la vez profundamente inconsciente y desconectado de mí, dejándome llevar por la vida que la sociedad nos dice hay que llevar. Gracias a Dios se me brindó la posibilidad de hacer el “trabajo del cielo y de la tierra y el barro”. Ambos trabajos considero muy importantes para un desarrollo personal y espiritual y yo me subí al tren de ambos…
Como muchas veces lo que nos hace subirnos a esos trenes son el dolor, el sufrimiento, las dificultades de la vida. En mi caso una “bendita” crisis de ansiedad y algo de curiosidad buscadora hizo que empezara a practicar Yoga en el año 2000 , con 26 añitos. Así estuve unos años “tirando palante”, y fue en 2007, cuando estallaron en mí unos años de elevado estrés laboral, la necesidad de parar y de dar sentido a mi vida. Entonces llego el “Yoga de verdad”, en serio, profundizar en él, y me hice profesor (2008 Ashram Sanatana Dharma) , lo cual, fue el comienzo de la transformación en mí y el comienzo de la practica continua de la meditación Raya Yoga.
Como otro camino secundario, a partir del año 2010 también me han ido influenciando las enseñanzas y prácticas meditativas del budismo tibetano (Samatha, Vipassana, atención plena) y el Chikung recibidas en el centro Dag Shang Kagyu Con el Raya Yoga comencé lo que llamo el “trabajo del cielo”, o de la conexión con el cielo. Nunca hubiera imaginado lo que esto me iba traer, porque sus beneficios pueden ser enormes e impredecibles. (Me gusta decir que misteriosos). Más allá de todas las bonanzas psicofísicas del Yoga y la meditación (serenidad y relajación del sistema nervioso, centramiento mental, energía o vitalidad física…), que me han ayudado también, han sido la experiencia mística en la meditación, la apertura de mi corazón y un profundo sentido de la vida lo que me ha impactado más. Experiencia mística para mí es conexión con lo Superior (yo lo llamo Dios, pero da igual el nombre, es lo de menos) con todos los seres, con todo y sentirse parte de este todo.
Seguido de hacerme profe de Yoga vino el “trabajo de la tierra y del barro”. Así llamo a todo trabajo terapéutico y de autoconocimiento del ego que en mi caso fue a través de la terapia Gestalt, personalidad con el Eneagrama, y Bioenergética, con mi maestro Jose Ignacio Urreta “Rudra”. El me guió, a mí y a much@s, en la inmersión con este tipo de trabajo.
Me considero muy afortunado por haber caído en estas sabidurías y con est@s maestr@
Céline Escourrou

Nací, crecí y viví en Francia hasta mis 22 años, hasta que me vine a Euskadi por amor. Una vida feliz con el pack completo: carrera universitaria, hipoteca, una primera hija. Todo iba muy bien, todo era perfecto hasta que la ansiedad llamó a mi puerta sin preguntarme si me venía bien. En el año 2000. Rondaban por mi cabeza preguntas verdaderamente trascendentales “¿Y esto qué es?” “¿Qué hago aquí?” Y el vértigo era tan tremendo que tuve que acudir varias veces a urgencias después de una crisis de ansiedad. La vida sin pastillas era impensable.
No sabía nada del yoga ni de espiritualidad, no tenía ni idea de lo que podía ser. Por genética de país tal vez muy cartesiana, lo que ves es lo que hay.. En medio de esa tormenta de ansiedad en la que pensaba que estaba loca de verdad, una amiga se apuntó a yoga y me dijo que fuera a probar. No sabía ni para qué podría servir ni lo que era.
Me convenció finalmente diciéndome que se tapaban con una manta en la relajación… Fui y me quedé, ella se desapuntó muy pronto. Al poco tiempo dejé a mi psicóloga, no me hacía falta. El yoga primero me dio las herramientas para salir de la ansiedad. Y me puse a buscar sin parar. Y el Yoga me iba dando las respuestas a mis preguntas trascendentales, una por una. Todo me “cuadraba”.
Un mes después de haberme apuntado empecé a ir a clases de meditación. Cantar Hare Krishna la primera vez me puso los pelos de punta. Hasta el OM me parecía una herejía. Unos pocos meses más tarde me apunté al retiro de meditación y silencio que organizó mi profesora, y fue un flechazo. Empecé a meditar a diario en mi casa y en la escuela.
Varios años más tarde, después de tener a mi segunda hija y después de que se hiciera suficientemente mayor, hice el curso de profesora de Yoga (2011), en Sanatana Dharma y no he parado desde entonces de formarme en meditación Suddha Raya Yoga, en filosofía védica, en Kundalini yoga e hice con Rudra también, como Fontxo el trabajo terapéutico sobre la personalidad a través del Eneagrama. Fui nombrada Acharini (maestra) de Sanatana Dharma en 2021.
Con los años de práctica meditativa y de enseñanza de la meditación, me voy dando cuenta de todo lo que ha traído a mi vida: ahora sé que hay un sentido en esta vida, que todo lo que ves es solo una pequeña parte de lo que hay, que la vida es una maravillosa experiencia y que la felicidad verdadera, la que viene del interior, se puede alcanzar.
Si, como dijo mi Maestro Madhava, la fé es saber que esto es así porque lo has experimentado, entonces sí puedo decir que tengo fé en el Yoga, en la Meditación y en la Vida. Y agradezco esa ansiedad por todo lo que he podido vivir gracias a ella, y esto no hace más que empezar!